En uno de esos fines de semanas “largos”
que nos brinda la primavera, decidimos hacer una escapa a Astorga y las
Médulas. Es una época perfecta donde el campo luce en todo su esplendor. Situada
en la provincia de León y capital de la comarca de la Maragatería, Astorga
combina espectaculares monumentos y una excelente gastronomía.
Fuimos en coche, pero cuenta con
estación de tren y de autobuses. Astorga se halla en un cruce de caminos de dos
rutas fundamentales en la Edad Media: el Camino de Santiago y la Vía de la Plata
(por la que circulaban hacia el sur todas aquellas mercancías, en especial el
oro, que se extraía de Las Médulas).
Nos alojamos en el Hotel Vía de la Plata, el cual nos facilitó una cuna, cosa que el maletero de nuestro coche
agradeció, al no tener que llevar la de viaje. Además, ofrece servicio
de habitaciones para la cena, lo cual nos permitió respetar los horarios de
baño, cena y “a dormir” de nuestra peque. Está muy céntrico, al lado de la
Plaza Mayor y enfrente del Museo Romano. Se puede pasear por toda la villa y
ver sus monumentos con carrito.
Nada más salir del hotel, en el
centro de la Plaza Romana nos topamos con los restos de una antigua vivienda de
la época romana, en la que se han encontrado interesantes mosaicos. Aunque en
la plaza hay otros edificios interesantes para visitar (como las iglesias de
San Francisco o San Bartolomé y el citado Museo Romano), estas ruinas llaman
mucho la atención, aunque están protegidas por una cubierta de policarbonato
muy moderna que desentona un poco con el entorno...
El monumento más famoso de
Astorga es el Palacio Episcopal obra del arquitecto catalán Gaudí. La
construcción es tan innovadora que en ocasiones parece dejar en un segundo
plano a la adyacente catedral (que también es espectacular); hoy en día su uso está
destinado a acoger un museo sobre el Camino de Santiago. Más que un Palacio
parece un castillo, con sus almenas y miradores. Es imposible que cualquier niño
al que le gusten los caballeros y los castillos medievales no se quede
boquiabierto al verlo.
La Plaza Mayor de Astorga sigue
los patrones clásicos de las plazas mayores, en ella el Ayuntamiento luce con
un singular reloj, donde las famosas figuras conocidas como los “Maragatos” nos
sorprenden con su movimiento al marcar las horas.
Para delicia de peques y mayores,
Astorga tiene una gran tradición vinculada al cacao que se remonta al siglo XVI
y que se muestra en el Museo del Chocolate. Las mantecadas no tienen chocolate,
pero también hicieron nuestras delicias… Y ya que estamos con la comida, una
buena opción es disfrutar del cocido maragato.
Una vez descubiertas y
disfrutadas las maravillas de Astorga, otro de los días decidimos acercarnos a
las Médulas.
Las Médulas son el fruto de la
transformación en el paisaje que produjo la explotación de la que es
considerada la mayor mina de oro a cielo abierto de todo el Imperio Romano. Es
un paisaje de arenas rojizas, cubierto de castaños y robles. Lo ideal si vas
con tiempo es acercarte al pueblo de las Médulas y dejar el coche en el aparcamiento
que hay junto al Aula Arqueológica de las Médulas. Allí te facilitan
información sobre las Médulas y un mapa de recorridos que puedes hacer en
función del tiempo de que dispongas, y el grado de dificultad.
Nosotros decidimos subir al Mirador
de Orellán. A él se puede acceder por la Senda Perimetral partiendo desde el
Pueblo de Las Médulas o desde el Pueblo de Orellán. Subimos desde el pueblo de
Orellán, a través de una pista asfaltada de bastante pendiente pero asequible
para todo el mundo. Se tarda unos veinte minutos y se puede subir con carrito
de bebé. El mirador en sí tiene unas vistas privilegiadas, es bastante amplio y
hay bancos para sentarse. Estuvimos al atardecer y es verdaderamente
espectacular.
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