La ciudad fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999 por ser ejemplo único de ciudad colonial no amurallada.
El tren/tranvía deja muy cerca del centro histórico, lo que permite disfrutar de sus calles que trazan una cuadrícula perfecta. Si llegáis en coche, lo mejor es aparcar en la zona habilitada para ello en la Plaza del adelantado. San Cristóbal de La Laguna está concebida para pasear, y es la mejor manera de disfrutarlo.
El Ayuntamiento de La Laguna organiza visitas guiadas gratuitas con recorrido a pie por el conjunto histórico de la ciudad Patrimonio de la Humanidad. Las rutas se realizan a diario en castellano, con una duración aproximada de una hora
Si preferís descubrirla a vuestro ritmo, yo empezaría por la torre de la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, que es lo primero que se ve si te acercas en el tren/tranvia.
Esta iglesia fue la primera de la isla de Tenerife y fue construida en el siglo XVI. La torre, de piedra molinera, es la tercera que ha tenido el templo y se concluyó en 1697. Merece la pena subir porque desde ella podemos observar gran parte de la ciudad y su trazado. El precio para subir a la torre si no ha variado es de 1 euro. En esta torre hay una Oficina de Turismo que abre de lunes a viernes desde las 9 de la mañana a las 5 de la tarde todo el año.
Desde aquí podéis ir a la calle de la Carrera, que nos lleva hasta la Plaza. del Adelantado, pasando por la Casa de La Alhóndiga (casa de color azul), La Casa del Corregidor y el Ayuntamiento. Desde allí girando a la izquierda por la calle Nava y Grimón se pasa por el Convento de Las Catalinas (en el cual es precioso el mirador con celosía, que permitía a las monjas ver sin ser vistas), el Palacio de Nava y el Palacete Rodríguez de Acero, desde el que cogemos, a la izquierda, la calle San Agustín,
que es peatonal.
En la calle de San Agustín nº 28 esta la Casa Salazar o Palacio Episcopal que comenzó a construirse a mediados del siglo XVIII por orden del conde del Valle de Salazar. Aquí los peques y no tan peques podrán pasar un rato entretenido buscando las gárgolas, con formas humanas y de animales.
Avanzando un poco más por esta calle, encontramos Casa Lercaro, un edificio de color teja mandado construir en 1593 por el general Francisco Lercaro de León, que procedía de la ciudad italiana de Génova. En la actualidad es una de las sedes del Museo de Historia y Antropología de Tenerife.
En la Plaza de San Francisco encontramos dos lugares especiales: el Santuario del Santísimo Cristo y el Mercado de la Laguna. En el Santuario (una iglesia pequeña de una sola nave) se encuentra el Cristo de la Laguna. La imagen de tamaño natural esta colocada en una cruz de plata en un retablo de plata y oro.
En el mercado podemos descubrir muchos de los productos locales, que recomiendo saborear en alguno de los restaurantes locales, sin olvidar los ranchos (guiso típico), las conocidas papas arrugadas (patatas) y los mojos (salsas).
Su cercanía a la costa permite a la ciudad disfrutar de las extensas playas tinerfeñas, un buen plan cuando uno va con niños. El mar proporciona pescados como el chicharro, la vieja sancochada (pescado típico cocido), las sardinas, la caballa, el mero, así como diversos mariscos.
Y no podemos cerrar el apartado de gastronomía sin hablar de los postres: entre los más conocidos, figuran el pastel de cabello de ángel, el frangollo con miel (a base de maíz) o las truchas de batatas con almendras.
Un dato curioso: esta es la ciudad donde más llueve de todas las Islas Canarias; esto es debido a la influencia de los vientos Alisios.
¿Volamos a la isla deTenerife para descubrir sus ciudades? Merece la pena descubrirlas...